EL MÁS PROFUNDO DEL MUNDO
El cañón del Colca se hunde en su parte más profunda hasta los 3.232 metros, según una medición de una misión polaca que fueron los
primeros en recorrer enteramente el cañón y darlo a conocer al mundo.
Aparte de los atractivos estrictamente
geográficos y que tienen que ver con las escalofriantes paredes que encañonan
el río Colca, es posible ver, en las
inmediaciones, el vuelo del mítico cóndor, admirar las imponentes iglesias
coloniales que pueblan el valle, darse un baño en aguas termales y visitar
ruinas incas y pre-incas.
Cañón del Colca estaba en
el puesto número 2 del grupo de
"cuevas, formaciones rocosas y valles", en la votación que la organización "Nuevas Siete Maravillas"
tiene abierta en internet. Por delante solo estaba la Ciudad del Diablo, en
Serbia.
El Colca es, todavía, un valle agrícola,
donde huele a pan, donde se oyen los rebuznos mañaneros de los borricos y donde
las casas se calientan con fuego de
chimenea.
Es que allí las temperaturas suelen bajar
a menos de cero grado, en un valle que está flanqueado por cumbres de
más de 5.000 metros que tienen nieves eternas.
Abundan en el Colca las
aguas termales, algunas administradas por
lujosos hoteles privados que pueden costar hasta 1.000 dólares por noche, pero otras, como el complejo "La
Calera", en Chivay, están abiertas a todo el público.
El agua, con ese típico olor a azufre y hierro, brota de la
montaña a algo más de 85 grados y, mediante un sistema de serpentinas de agua fría, es "rebajada"
hasta los 38 grados, y luego enviada a cinco piscinas mayores y menores que
hacen la delicia de los turistas, al final
de sus jornadas.
Muchos viajeros vienen al
Colca a practicar el senderismo o la
escalada en los farallones verticales del cañón, pero lo que ninguno se pierde
es el vuelo del cóndor.
Cada día, en torno de las 8 de la mañana, un grupo de estas
aves abandonan sus madrigueras para planear sobre
las paredes del río Colca.
El famoso cañón, convertido en
la joya del sur peruano, atrajo, en los últimos doce meses, a algo más de 100.000 viajeros
extranjeros y a unos 40.000 peruanos.
Javier Otazu.
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